jueves, 18 de octubre de 2007

Despierta, China

Durante toda esta semana se está celebrando el XVII Congreso del Partido Comunista Chino (PPCh), impresionante evento para muchos lleno de miserias para otros tantos. Se trata de poco más que un trámite, porque, aunque en este tipo de sesiones suele hacerse un examen a la cabeza del partido, aquí no hay lugar a discusión. Hu Jintao es el jefazo y va a seguir siendolo unos años más. Con los Juegos Olímpicos en menos de un año, la Expo universal en tres y las regiones económicas en plena efervescencia, cualquiera se va.

Precisamente esta ebullición de la economía puede haber sido lo más comentado en los pasillos, ya que parece que por fin se va a soltar a la bestia en el mercado internacional. Tras el comunismo puro y duro de Mao, época en el que el dinero era mal visto -aunque muchos no lo habían visto ni bien ni mal, directamente no lo habían visto-, llegó el 'socialismo a la china' de su sucesor Xiaoping, una especie de capitalismo económico en un comunismo político. La gente cogió con tantas ganas eso de trabajar por dinero que... la transformación nacional tomó un ritmo vertiginoso hasta convertirse en un viento huracanado por el que China no puede hacer más que dejarse llevar.

Pero mientras que económicamente se ha logrado el impensable de aumentar constantemente el PIB hasta un 9% por año durante 25 años consecutivos, políticamente la cosa no cambia. El PPCh sigue siendo el típico partido comunista, dueño y señor de la vida social, y su cabeza visible sigue siendo una sola persona que acapara Gobierno, partido único y Ejército (el más grande del mundo, por cierto). Líder total que además, estira su cargo en el tiempo todo lo que puede y más.

Cuando en 2002 llegó Ju Hintao, ya había sucedido la revuelta estudiantil de Tiananmen, de la cual siempre quedará la imagen del chico aplastado por un tanque. Para tranquilizar los ánimos, Hintao dijo que miraría un poco más por las cuestiones sociales (no confundir con Derechos Humanos). ¿Qué ocurre en realidad? Que el régimen opresor y corrupto continúa. De la corrupción simplemente daré un par de datos: entre más de 40.000 funcionarios se han soplado una media de 60.767 millones de euros al año. Y por lo demás, qué decir del trato a sus propios habitantes. Puede que lo más famoso sea el férreo control a Internet, aunque la lista es larga. Aquí hay para todos, incluso para los extranjeros, a quienes mientras duren los JJ.OO., prohibirán portar una Biblia o darse un beso en público (parece coña pero es en serio) por considerarse acciones peligrosas y provocativas.

En fin, el actual Congreso ya lo ha dejado claro: a lo mejor hay cambios, pero no hacia la democracia. Segun el primer ministro chino, Jiabao, "el nivel educativo de la población no es suficientemente alto". Lo único que importa es mantener la economía acelerada, pasándose por el forro las consecuencias medioambientales y, especialmente, las sociales, pues la industria de China crece tanto como las diferencias entre sus habitantes. La población rural sigue pobre como siempre, pero como está prohibida la libre circulación de personas por el país, no pueden mudarse a la ciudad en busca de un negocio. Deben quedarse y sufrir, o trasladarse ilegalmente y sufrir igual.

Como dijo el diario 'ABC', -aunque con otras palabras, claro-, puede que el Comunismo molase hace 2o años, cuando no había nada que comer, pero hoy está trasnochado. Y como dijo 'El País', puede que no sea demasiado pronto para la democracia, puede que sea demasiado tarde.

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