domingo, 14 de octubre de 2007

Tengo una pregunta para Usted

Este martes regresa a las pantallas el programa que tanto dio que hablar hace unos meses y que no dejó a nadie indiferente. En mi caso, me gustó tanto que me alarmó, porque vi que los ciudadanos de a pie, esos que son llamados 'audiencia' o 'pueblo' sin ningún tipo de sensibilidad, demostraron mayor habilidad que los propios medios de comunicación a la hora de ponerse serio y pedir explicaciones a nuestros dirigentes políticos.

En España tenemos la desgracia de tener un Gobierno y una oposición sin demasiado criterio como para confeccionar su propia agenda pública, teniendo la mala costumbre de dejar esa labor totalmente en manos de una prensa que sólo sabe coger dos temas y explotarlos al máximo. Por ejemplo, ¿de qué se habla hoy? De las muestras de españolismo y... poco más. Wow.

En aquella ocasión, un grupo de 100 ciudadanos repasó con total seriedad un amplio abanico de temas, desde...la vivienda hasta la situación laboral de los médicos y enfermeras, cuestión por ejemplo, que se soslaya sistemáticamente en los medios de comunicación de la actualidad. No tengo la menor duda de que los periodistas profesionales hubieran 'aprovechado' la ocasión para gastar todo el tiempo hablando del terrorismo y de la crispación, como hacen en las tertulias de la mañana, de la tarde y de la madrugada.

El colmo de los colmos, es que en vez de alabar esta muestra de compromiso del ciudadano con las cosas del Estado, los medios prefirieron destacar antes que nada el café de Zapatero y el sueldo de Rajoy. Supongo que por la vergüenza de pensar: ¿por qué las preguntas realizadas ayer no se me ocurrieron a mí antes?

Pasado mañana tenemos otra edición del formato, con personajes como Llamazares (quien no sé si lo emitirá también por Second Life) o Carod Rovira. En este último caso se lo han puesto difícil a la gente, pues habrá más rencor que otra cosa en cada pregunta. Pero no obstante, no pierdo la esperanza de que los ciudadanos de a pie lo harán mejor que muchos de los tertulianos que cobran una pasta por repetir una y otra vez un discurso vacío. Con dos cojones.

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