miércoles, 31 de octubre de 2007

Juan José 'Sparring' Ibarretxe

Ibarretxe no es uno de mis amigos. Hace, dice y forma parte de cosas que no me gustan. Pero de ahí a que se haya convertido en el blanco de todos los palos, hay un cacho. Porque él no ha sido el único que se ha reunido con Batasuna, pero sí el único (junto a Patxi López y Adolfo Ares) al que quieren procesar por ello.

Ibarretxe no es un compendio de virtudes ni mucho menos, pero mayor culpa tiene el Estado por tratarle en cada ocasión de una forma diferente, creando confusión. Primero fue...el famoso Plan Ibarretxe, la medida que más puntos negros ha tenido de todas las presentadas por el lehendakari. Pero aquí, no obstante, el Gobierno le invitó a las Cortes para, después de decir todo lo que tuviera que decir, invitarle educadamente a desistir del tema. Hasta aquí bien. El Estado se muestra comprensivo pero inflexible.

Luego fue -y aún es- lo del referéndum. El Estado, guiado por una corriente de aire que empieza en las críticas de la oposición, que continúa en la inercia de la opinión pública y que acaba llevando en volandas al Gobierno, dice que eso es ilegal y punto. Se acabó la comprensión, aunque se mantiene la educación, pues se quiso poner fin al asunto en una protocolaria reunión que ya comenté en su momento. De todos modos, los resultados fueron, como poco, raritos: Zapatero quedó como un pelele por hacer lo que todo el mundo quería que hicese, e Ibarretxe quedó como el malo de la película por querer hacer un referéndum, máxima expresión de la libertad ciudadana (aunque la Constitución la eche por tierra si no es consulta nacional). A lo no está en lo cierto, pero tampoco por ello se convierte en un monstruo.

Y así llegamos al día de hoy. Con este historial, era de esperar el culmen del culmen: procesarle por reunirse con Batasuna en ronda de negociaciones en pleno proceso de paz. Encima no le procesan exactamente por haberse reunido con ellos. El caso es que Batasuna no se podía reunir con nadie por sentencia judicial, y al hacerlo recaen sobre el delito de desobediencia. ¿Qué pinta aquí el lehendakari? Pues que dos no se reunen si uno no quiere, dice la Ley. Así que tanto Ibarretxe como Patxi López y Ares, otros desdichados del diálogo, quedan acusados de cooperadores necesarios.

¿Y los otros muchos que también se reunieron con Batasuna? La Ley dirá que ellos lo hicieron fuera del plazo de la sentencia y que no pueden hacer nada. Objetivamente tienen razón, pero eso es interpretar al mundo en blanco y negro, cosa que a nadie le vale.

Resumiendo, me parece que la tensión crece en este país y está buscando vías de escape desesperadamente. E Ibarretxe es el blanco perfecto. La gente le odia por norma general, es cabezón con lo que piensa y tampoco es muy contundente a la hora de responder. Así que él paga los platos rotos. El problema es que los platos se siguen rompiendo y de eso no se encarga nadie. Así es España, país de indecisiones. País de las prioridades invertidas.

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