jueves, 1 de noviembre de 2007

11M (y II)

España ha sido ejemplo para el mundo. Sufrió una catástrofe pero atrapó en tiempo récord a los responsables. Fue difícil empezarlo, pero ya ha celebrado un juicio y una sentencia. Pero mientras toda la población se muestra orgullosa (sinceramente no me esperaba tanto consenso de satisfacción) y la prensa internacional da muestras de envidia sana (en Inglaterra aún están esperando a que alguien diga algo sobre el 7J), los políticos ponen la mancha. El PSOE vuelve al '¿¿ves como no fue ETA??' y el PP innova con el 'pues tampoco fue por Irak'. Da igual que todo haya salido razonablemente perfecto. Hay que buscar el cabo suelto y agarrarse a él porque sí.

Y es que el Derecho, de complicado que es, es muy simple. Todo se reduce a esa famosa frase de que...todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario. Y si hay un hombre a todas luces cerebro de la operación (el 'instigador', y no 'autor intelectual' como dicen muchos), no hay castigo si no hay pruebas. Porque la sospecha no es una prueba, aunque los discursos políticos sólo giren en torno a ellas. Pero vamos, que si no hubiera sido la absolución del Egipcio, hubiera sido otra cosa. Eso no va a cambiar ahora, mucho menos con la sombra de las elecciones acechando.

Con lo que me quedo de todo este caso es con las familias de las víctimas, a quienes se les debe hacer muy raro todo ésto. Deben sentirse como cuando alguien deja de escribirte, que nunca te das cuenta hasta que ha pasado mucho tiempo. Pero se te hace raro, muy raro. Hoy los familiares habrán notado la falta de seguir el juicio, o de reivindicar a los suyos ante otros, o de prometerles en silencio que los culpables pagarán. El caso se ha cerrado y se acabó el entierro de una vez. Y a seguir con la vida. Como para tener que escuchar a los otros por la tele tirándose aún los trastos a la cabeza.

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